LA POLARIZACIÓN POLÍTICA AMENAZA LA GOBERNABILIDAD

“Para reconstruir el tejido social roto por el desconcierto y el desencanto producto de la polarización y la desinformación tenemos que articular y generar soluciones a los grandes debates de la era de los cambios disruptivos que vivimos.”

Por: Dra. Eneida Torres de Durand

Directora Ejecutiva

Centro de Gobernanza Pública y Corporativa


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Puerto Rico se enfrenta a múltiples desafíos. Estos desafíos se relacionan con la desinformación, la polarización, la incertidumbre y las vulnerabilidades que el país enfrenta. A nivel estructural, se pueden mencionar como factores principales que impulsan la polarización: la desconfianza ante la gestión y los resultados del gobierno, la desigualdad sistémica, el pesimismo económico, la falta de identidad compartida, los miedos sociales y la desconfianza generalizada en las instituciones y en los medios de comunicación.

La falta de confianza hace que los pilares que sustenta la sociedad se vuelvan frágiles y aumenten el pesimismo. La generalización de la confianza provoca situaciones donde la parálisis y el desánimo contaminan el ambiente económico, social y político. Existe consenso de que los actores principales que impulsan la polarización están relacionados con la desconfianza ante los gobiernos, la fatiga y el desinterés. Decía Séneca en sus Epístolas Morales que “es un vicio confiar en cualquiera tanto cuanto no confiar en nadie”.

Asimismo, se pueden mencionar como factores aceleradores de la desconfianza: las debilidades del sistema contributivo; la crisis del sistema energético y el aumento recurrente de la factura por los servicios de energía;  la continua agresión a nuestros recursos naturales; la violencia generalizada; el deterioro del modelo de salud controlado por las aseguradoras que ha provocado un disloque entre las necesidades de servicios y la capacidad de prestar éstos efectivamente; el empobrecimiento del sistema educativo y; las dificultades de acceso a vivienda asequible.

Reducir la polarización política no es sencillo porque también se reproducen círculos viciosos que tienen un efecto multiplicador, y a más polarización más dificultades para propiciar la toma de decisiones para la solución de los problemas que encara el país. El efecto multiplicador de la polarización entre líderes políticos se refleja en sus seguidores politizan que se polarizan en las redes sociales. Asimismo, los medios de comunicación reflejan la polarización de los líderes y de las redes y de esa forma se masifica llegando a la polarización a la gente no politizada.

Esta realidad exige la construcción de confianza, voluntad y resiliencia para desarrollar las capacidades de gobernanza a la altura de los tiempos. La confianza y la credibilidad de las instituciones gubernamentales, económicas y políticas requiere reducir la polarización política para construir consensos y desarrollar una identidad compartida que propicie el bien común de la sociedad. Reducir la polarización política permite construir gobernabilidad, lo que a su vez mejora la capacidad de brindar bienes y servicios públicos que permitan generar crecimiento económico e inversiones para el desarrollo económico sostenible.

En antesala al proceso electoral de 2024, aumenta la desinformación, la polarización política y la erosión de la confianza de los ciudadanos en la gestión de gobierno. El desencanto y la desconfianza con los resultados del quehacer político está íntimamente ligado a la crisis de los partidos políticos y a la polarización extrema del sistema bipartidista, que por más de cuatro décadas ha minado la tolerancia mutua, afectado la gobernabilidad y generado altos niveles de decepción ciudadana respecto de sus instituciones.

La polarización en las divisiones sociales, así como la tendencia a que la ideología se convierta en identidad tiende a debilitar el tejido social, como base para la unidad, la cohesión social y el compromiso colectivo para impulsar los cambios. Los ciudadanos piensan que no afrontar las divisiones tiene consecuencias que en esencia están relacionadas con el incremento de los prejuicios y la discriminación; la desaceleración del sistema económico; la posibilidad de un incremento en la violencia; la incapacidad para afrontar los desafíos sociales y; el daño en las finanzas de los individuos.

Esta polarización afecta el modo en que se desarrolla el debate público y contribuye a producir imágenes de la realidad sesgadas, estereotipadas y hasta falsas. La desinformación alimenta la demagogia política y propicia la propaganda mediática que genera desconfianza e incrementa la polarización. Asimismo, los contenidos en los medios de comunicación y las redes digitales funcionan como un acelerador de las divisiones sociales que propician la fractura del tejido social.

Para reconstruir el tejido social roto por el desconcierto y el desencanto producto de la polarización y la desinformación tenemos que articular y generar soluciones a los grandes debates de la era de los cambios disruptivos que vivimos. Por el contrario, en las pasadas semanas hemos visto que los precandidatos de los partidos políticos continúan apelando a discursos emocionales que tienen más posibilidades de polarizar y crear entornos hostiles que deterioran la cohesión social y desvían la atención de los asuntos apremiantes que tenemos que atender para resolver los verdaderos problemas de la sociedad. El debate político, en vez de atender y generar respuestas a los serios problemas que enfrenta nuestra sociedad, solo atendió con prioridad el tema de las candidaturas a puestos electivos. Esta situación da como resultado un vacío de información que crea oportunidades para que surja información errónea y se divulgue. Las consecuencias de ignorar los riesgos de la desinformación que surge de estos vacíos de información podrían ser graves porque atentan contra la confianza de la ciudadanía en los procesos electorales, los cuales han estado disminuyendo aceleradamente en las pasadas décadas.

El fenómeno de la desinformación afecta los procesos electorales que son fundamentales para la mejora de la gobernanza, el fortalecimiento de la gobernabilidad y el funcionamiento eficiente de la democracia. La desinformación hace referencia a información falsa que se crea y comparte deliberadamente, a conciencia. Comprende un conjunto de contenidos que manipulan los flujos de información y confunden al público con sutiles estrategias de persuasión. Las estrategias típicas consisten en solapar datos basados en evidencia con afirmaciones y sustento y construir falsos dilemas o directamente publicar información falsa. La información también puede presentarse bajo otros formatos, como propaganda gubernamental con la finalidad de influenciar en la opinión pública y manipular directamente el comportamiento.

Desde el punto de vista de la gobernanza pública, los problemas de debilitamiento y polarización de los partidos políticos son producto de una serie de factores que han afectado su rol como canalizadores de las demandas de la sociedad, organizadores del juego político-electoral y/o educadores y movilizadores de los votantes. Entre ellos se encuentran elementos de tipo normativo escrito o no escrito relacionados particularmente con el sistema electoral, los mecanismos de nominación de candidatos y el papel del dinero en la política, pero también con otros de tipo coyuntural como el impacto de las divisiones culturales, religiosas y raciales en las afiliaciones políticas y la polarización asimétrica.

La polarización política, como alineamiento extremo de posiciones contrapuestas en función de una identificación ideológica o partidaria, es un fenómeno cada vez más preocupante. Las ideologías se están convirtiendo en identidades y cada vez más buscamos menos espacios de encuentro para propiciar el diálogo deliberativo e incluyente que genera pensamiento crítico y acciones en favor del colectivo social. Asimismo, es preocupante que la desconfianza ya la vemos a nivel de las interacciones cotidianas. La confianza se ha convertido en horizontal antes que, en vertical, prestamos oídos y damos crédito y creemos en nuestros pares, nuestros colegas, nuestra familia.

Ante esta realidad incuestionable ha llegado el momento de hacer hincapié en la integridad electoral, la mejora de la gobernabilidad y el empoderamiento ciudadano como elementos esenciales para propiciar el bien común de la sociedad. Por ello, tenemos que ser capaces de rechazar y combatir la desconfianza política y la propaganda mediática que busca conseguir el poder público apelando a prejuicios, emociones y miedos mediante la desinformación, la retórica y la manipulación.

Es impostergable exigir que los precandidatos a presentarse en las próximas elecciones generen un debate con información veraz que permita que los ciudadanos conozcan sus propuestas específicas para atender los problemas que encara la sociedad.

Octubre de 2023

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